Junto a mi amiga Josefina, que estudiaba conmigo en la Universidad de Córdoba el profesorado de inglés, decidimos en 2013 viajar a Alemania para permanecer por un año como Au Pairs.
La asesora que nos atendió antes, durante y después del proceso de aplicación, logro mágicamente que pudiéramos viajar prácticamente juntas y en noviembre estábamos tomando un vuelo que salía de Córdoba vía San Pablo a Múnich.
A mi amiga Jose le toco una familia en el lago Constanza, muy cerca de Múnich, que era donde me había tocado a mí, a no mas de 1 hora en tren. Eso fue increíble porque si bien no podíamos vernos todos los días al menos podíamos juntarnos para viajar regularmente.
Había escogido Alemania porque quería aprender un idioma que no fuese inglés, el que ya había estado estudiando por varios años. Además me había tentado poder aprender sobre un nuevo país y una nueva cultura.
La verdad la primer etapa de mi viaje no fue tan lindo porque me toco una familia bastante fría, con tres niñas. Yo no tenía mucha experiencia cuidando niños y realmente pensé que iba a ser sencillo pero sin tener conocimientos del idioma y al no poder comunicarme con las niñas la relación se hacía difícil. Los papás trabajaban todo el día y cuando llegaban no tenían ganas de ocuparse de las niñas. Esto me generaba un poco de estrés porque vivíamos en un pueblo pequeño, yo tenía poca vida social y la familia no era cariñosa ni compinche.
Hablé con mi asesora en Argentina, quien me recomendó hablar con la agencia de Alemania. La dueña de la agencia en Alemania me invitó a tomar un café, le conté mi situación y me prometió que me iba a cambiar de familia.
Los procesos de cambio de familia no son súper rápidos y menos durante las fiestas. Hay que tener paciencia pero se logran.
Mi asesora en Argentina me dijo que lo que necesitaba era tener un novio y mientras esperaba el cambio de familia conocí a un chico. La verdad Ceci tenía razón, el cambio fue increíble y no sólo eso: al poco tiempo cambié de familia y mi vida fue otra.
La nueva familia, los Uhlig, fueron muy agradables. Viven en Wolfratshausen, también cerca de Múnich. Los padres, Martina y Thorsten, son instructores de manejo. Tienen 2 hijos: Laura y Lukas. Los niños son también muy buenos y jugamos mucho. Tenía que cuidar de los niños todos los días y hacer tareas de mantenimiento del hogar. A veces tenía que cocinar pero el ambiente era más relajado y la familia más cariñosa y compinche. Creo que he aprendido mucho al haber convivido con ellos.
Pude practicar alemán todos los días y tomé parte activa en la vida familiar. Fue una buena experiencia para mí. Además, he hecho dos cursos en una Volkshochschule (VHS, institutos educativos). Me gustó mucho porque los maestros y compañeros de clase eran muy agradables. Nos divertimos un montón juntos.
Algo importante es que pude conocer nuevas personas con quienes salíamos juntos. En mi tiempo libre me encontraba por lo general con amigos y salíamos a dar paseos por Múnich, el Jardín Inglés o a tomar una cerveza.
Múnich es la capital de Baviera, es enorme y hay muchas cosas para ver y hacer: muchos conciertos, mucha cultura, ¡es simplemente genial! La gente es muy agradable y educada.
Tuve una buena experiencia porque siempre me ayudaron. También son muy organizados y una cosa que me encanta es la naturaleza que existe en Baviera: muchos bosques, muchos ríos. Siempre viajaba con la bicicleta a través del bosque.
Algo interesante para contar es que las personas de Baviera no llevan la ropa típica solo en el famoso evento de la cerveza (Dirndl y Lederhosen) sino que también es frecuente ver a los
campesinos también vestidos durante el año con estos atuendos. Creo que es genial y divertido que mantengan la cultura siempre viva.
Mi experiencia en Baviera fue muy buena. Aprendí mucho y conocí mucha gente. A pesar de que al principio fue un poco difícil, porque yo no hablaba el idioma y extrañaba a mi país, la experiencia resultó genial y siempre lo recordaré.