AuPair Adventure es una agencia de viajes de intercambio de viajeros para viajeros y hoy queremos compartir la historia de una de las integrantes de nuestro equipo de Comunicación. Gime es de Buenos Aires, Argentina, y es una de las responsables de nuestra imagen en las redes sociales. Aventurera, determinada y gran soñadora con aún muchos proyectos de viajes por venir. Leé a continuación sus aventuras.
Mi nombre es Gimena, tengo 27 años, soy de Buenos Aires y cuando viajé como AuPair mi vida cambió por completo. Después de haber vagado por varias agencias sin éxito me contacté con Ceci, de AuPair Adventure, y decidí vivir la experiencia de ser Au Pair en Holanda. Pero antes de hacer un pequeño resumen de mi año en el exterior quiero decirles que fue la mejor experiencia de mi vida y por eso les digo: salgan a la aventura. Les aseguro que no se van a arrepentir.
Jamás pensé que iba a conocer a tanta gente de todas partes del mundo y que iba a poder viajar tanto. Sola o con amigas, cada viaje fue inolvidable. Entre las tantas cosas que aprendí, una de las mas importantes fue a valorarme y a quererme a mi misma, algo que me venía costando mucho, y por eso siempre digo que esto es cosa de valientes.
Ahora si, les cuento de mi estadía en Holanda con mi familia anfitriona. Tuve la oportunidad de cuidar de 3 niños de entre 8 y 14 años. Los padres eran súper relajados. Jamás tuve un solo problema con ellos, pero tampoco piensen que llegan y es todo color de rosa. En mi caso supe llevar bien el periodo de adaptación, pero no para todos es tan fácil. La clave está en eso: adaptarse. Adaptarse al país, a sus costumbres y a la familia. Después, todo lo demás, fluye.
Viví en un pueblo llamado Bergen-Binnen, muy cerca del mar, donde la estación de tren mas cercana se encontraba en la ciudad de Alkmaar, a unos 20 minutos en bici. Mis niños eran grandes, asi que mis tareas eran muy sencillas y para nada exigentes: que no se queden remoloneando en la cama en los días escolares, estar con ellos en el desayuno, preparar sus viandas para el colegio, hacer sus camas y mantener sus cuartos y la cocina ordenada. Y acá viene lo mejor: yo tenía mi mini casita pegada a la de ellos, con entrada independiente, un cuarto, un baño y cocina, comedor y living juntos. Era mi mini mundo au-pair, el cual disfrute cada fin de semana recibiendo a mis amigas.
La familia siempre veraneaba en La Toscana, Italia, ya que tenían casa allí, así que como se imaginarán, me invitaron a ir con ellos en sus vacaciones de verano, y por supuesto que acepté. Fue un viaje lindísimo de dos semanas y media. La primera me quedé con ellos, y los restantes días me encontré con una amiga en Roma y emprendimos la recorrida por la bella Italia.
Ahora vamos a mi vida fuera de la familia. Cuando llegás a tu país de elección, la agencia del mismo te manda una lista de todas las chicas y chicos que están cursando su año como Au Pair, para que vos puedas contactarlos y así empezar a conocer gente. Así fue como conocí a Wendy, Wendylandia para mi, una gran amiga. A su vez, si Ceci tiene gente conocida, o chicas que hayan viajado con ella y estén en tu país de elección, te pone en contacto con ellas, para que al llegar, no sea todo tan solitario, y sientas que ya tenés amigas. Así fue como conocí a Taty y Lupita.
Creamos una amistad muy hermosa y sincera. Todas latinas en otro continente. Éramos el soporte de la otra en esos malos días, que no son muchos, pero a veces aparecen. Cada fin de semana recorríamos Holanda. Todas teníamos una tarjeta de tren, que nos permitía viajar gratis durante los fines de semana, así que recorrimos el país de punta a punta. Llegó diciembre, y con él las fiestas. En Holanda la navidad se festeja el 25 y el 26, que afortunadamente se nos juntaban con nuestros días libres, así que planificamos un viaje navideño y recorrimos Francia y Suiza.
En Francia subimos al Mont Blanc, donde fuimos dueñas por un ratito, de un paisaje INCREIBLE y ALUCINANTE. Y en Suiza recorrimos hermosos lagos turquesa a los pies de montañas inmensas e imponentes. Éramos 6 latinas, haciendo barullo por todos lados, cuidando la una de la otra, celebrando la Navidad y siendo más que felices.
Tuve la oportunidad de recorrer muchísimos lugares, sin la necesidad de tener millones de euros en mi cuenta bancaria. Viajar por Europa, si sabes cómo, es súper fácil y accesible. Es imposible elegir uno de mis viajes como el favorito, porque amé y disfrute de cada uno de ellos. Recorrí 12 países, y aun me queda un mundo inmenso por recorrer.
Y entre tanta amistad y aventura, llegó algo hermoso. Conocí al que fue, durante un año, mi novio holandés, Roy. Lo conocí durante mi estadía como Au Pair, y una vez terminado el programa, decidimos apostar al amor y ver qué pasaba, así que gracias a una visa de pareja que me dieron por 5 años me quedé un año mas. Él me demostró que el amor del bueno si existe, y que si uno quiere y anhela algo con todo su corazón, hay mil maneras de lograrlo, solo hay que buscarlas. Nada va a aparecer por arte de magia si uno se queda esperando siempre en la misma esquina.
Les cuento que ser una residente más de Holanda fue genial, la sensación de ser parte de otro país, de otra cultura y de tener a alguien que amas a tu lado es hermosa. Pero no todo fue tan fácil. Al no manejar el idioma holandés (en casi todos los trabajos te pidan que sepas holandés además de inglés), terminé trabajando en una marca de ropa muy conocida a nivel mundial. Ya como una residente me correspondía pagar todo: alquiler, comida, seguro médico, tarjeta de tren, celular y además vivir. Trabajaba medio tiempo, mucho mas de lo que trabajaba cuando era Au Pair, y luego de pagar todo lo que ya les mencioné me quedaban para “disfrutar” nada mas que 300 euros, un poco menos de lo que ganaba como Au Pair. Básicamente, trabajaba el doble y hasta el triple de horas en esta empresa, por el mismo dinero.
Así que si estás por hacer un intercambio, al menos yo, siempre te voy a recomendar el programa Au Pair, porque es el que mas beneficios tiene. Animate a vivirlo, te juro que jamás te vas a arrepentir.
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